Pertenecer o Ser uno mismo: el dilema que habita toda historia personal
La vida se orienta en una dirección doble, la pertenencia y la individuación . Uno representa la tendencia humana a la estabilidad, y la otra el cambio. Ambas actúan en nosotros de forma inconsciente o invisible, pero constante y, se podría decir, que ambas tendencias son colaborativas y opuestas entre si. Como si fuesen dos fuerzas, el diferencial de ellas traerá evolución o no.
La mayoría de las veces éste el tema con el cual llegamos a la consulta, y no estoy tan segura que haya que “resolverlo definitivamente” (evitemos caer en la tentación de lo estanco) sino mas bien sirve conocer lo que nos pide cada fuerza, lo que nos trae expansión y lo que nos contrae.
La anciana todavía llora al recordar que ochenta años atrás su madre biológica la abandonó a las puertas de un orfanato...
El cuarentón todavía se exalta cuando rememora el alejamiento de la familia de origen que tuvo que emprender para intentar ser él mismo y tener su propia vida o salvarse huyendo de la locura familiar...
Cada familia tiene sus normas, sus ideas de lo que trae o no estabilidad y crecimiento. Esto suele ser opuesto pero complementario a la necesidad y deseo del individuo de sentirse libre y vivir su propia historia.
Me animo a decir que la vida solo se trata de reconocer cuando nos movemos en cada una de esas direcciones y aprovechar ese diferencial de fuerzas para evolucionar. De esto se trata el crecimiento personal.
Los espacios de terapia nos ayudan a descubrir estas dos fuerzas: la que me asegura estabilidad y control, y la del caos y cambio. El secreto está en aprender a relacionarnos con ellas.
Somos ambas a la vez, como las vivamos nos acercará al sufrimiento o a la evolución.
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