Los excluidos del sistema

La segunda Fuerza del Amor dice que todos pertenecen por igual. Su movimiento es el de la inclusión y del respeto de la diferencia: todos son distintos y tienen el mismo derecho a pertenecer. Si todos tienen el mismo derecho de ser como son, ¿Qué pasa cuando alguien es excluido de una familia? ¿Qué pasa cuando se le desprecia por su forma de vivir la vida, por su enfermedad, o por algún hecho que causo daño?

¿Qué efecto tiene en la familia lo que no fue visto, lo que no fue dicho, lo que fue excluido…?

Todo eso vive en la memoria de nuestro sistema familiar,
y buscará ser reintegrado mostrándose en uno de sus descendientes, quien tal vez, termine viviendo la vida de uno de sus ancestros, por amor (ciego) a él.
Las constelaciones familiares nos ayudan a integrar el pasado, soltarlo y dejar de repetir historias.

«Ya no somos los encargados de sanar a nuestros ancestros. Al contrario, ahora hemos entendido que ellos necesitaban ser liberados de nosotros y de nuestras decisiones infantiles de seguirlos o de hacer las cosas por ellos…
Sólo debemos vivir, vivir desde el adulto y desde el amor lo que nos toque, y milagrosamente todo empezará a sanarse.
La energía en el campo está a su máximo cada vez que alguien pronuncia esta frase: ELIJO LA VIDA; todo se transforma.»

Brigitte Champetier de Ribes

En una constelación no buscamos un ancestro que se haga cargo de nuestros pesares («por tu culpa soy infeliz«), tampoco buscamos alimentar fantasías infantiles de ser los salvadores del sistema familiar («Yo lo hago por ti abuela, tomo tu ira y me vengo de los hombres»)

Buscamos al Adulto que hay en nosotros, aquel que vive en el presente, en concordancia con la realidad…
allí se despliega toda la energía de sanación.

El constelador pone al consultante en contacto con su fuerza, y la energía de sanación se despliega cuando la persona sintoniza con la vida como es.

No es magia, es proceso…

Mariela Solano

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